Si quisiera señalar algo como lo primordial a transmitir en todo lo que estoy aquí escribiendo, quizá sería esto: La verdad existe. Podemos acercarnos y deleitarnos en ella.
Philo – Sophia
Tengo sentimientos encontrados con la palabra filosofía. Por una parte, es muy atractivo e inspirador su significado: amor por la sabiduría. Pero por otro lado, la experiencia de leer o escuchar a algunas personas que se consideran filósofos, llega a ser con frecuencia algo decepcionante. Pareciera que agarran las ideas y las palabras más para jugar con ellas de formas complejas, que para llegar a algo real y concreto. Otros se esmeran en explicar algo tan específico, que en el laborioso camino se te olvida por qué se supone que era siquiera importante eso que están filosofando.
Peor aún, a veces utilizamos ideologías o filosofías para buscar racionalizar y/o justificar cosas que en el fondo quizá sabemos son mentiras (o al menos mentiras parciales). Nuestros corazones suelen empeñarse en querer tener la razón, en querer que las cosas sean y se hagan a nuestra manera, en lugar de buscar tener una comunión genuina con la verdad.
La verdad.
Al entrar a degustar todo un bufet de diversas “corrientes filosóficas”, que frecuentemente se contradicen entre sí, tiene sentido que haya quienes digan que la verdad no existe, o que la verdad es “relativa”. ¿Pero en verdad es esto así?
Es cierto que todos tenemos diversas preferencias, disposiciones, y sesgos, en base a nuestro contexto y personalidad. Diferentes gustos, ventajas/desventajas, retos y oportunidades. También, una misma acción puede ser considerada como buena, o mala, dependiendo de las circunstancias que le rodeen. Un golpe puede ser opresión, o defensa; abuso, o justa corrección.
Pero todo eso, quiere decir que cada persona es única, así como su situación. Y quiere decir que para evaluar la verdad de algo, hay que considerar la perspectiva más amplia y el contexto más completo posible. Pero no quiere decir, que la verdad como tal, sea algo “relativo”.
Las verdades que son más “científicas”, como las matemáticas, o las leyes observables de la física, sí son reconocidas como verdades sólidas por la mayoría de la gente; pero las verdades más en el ámbito “moral”, como los valores, o el cómo deberíamos comportarnos, son más dadas a la discrepancia y el debate. Como tal entonces, al hablar de moralidad, muchos se sentirían incómodos afirmando la existencia de una verdad absoluta o sólida.
La verdad científica la percibimos con nuestros sentidos.
La verdad moral la percibimos con nuestra consciencia.
Lo que al final pasa, es que de cierta manera terminamos abrazando y acostumbrándonos a cierta contradicción. Nuestras acciones y vidas evidencian que implícitamente creemos en una verdad moral, pero cuando nos es inconveniente, recurrimos al relativismo y lo subjetivo. Acusamos cuando somos ofendidos, pero minimizamos y excusamos cuando nosotros somos los que ofendemos. Promovemos las luchas sociales que son de nuestro agrado o beneficio, pero despreciamos las posturas o ideas opuestas que entran en conflicto con nuestros sesgos experienciales.
Algunos dirán que la respuesta está en encontrar un balance en medio, y aunque tenga cierto sentido, y al menos incentiva hacia el diálogo y hacia evitar extremos, tampoco es algo que sea necesariamente correcto de afirmar. Estaríamos asumiendo que la sociedad se “desbalancea” en perfectas proporciones sobre polos opuestos, de lo cual no hay evidencia. Si estudiamos historia, vemos que ese “punto medio”, igual se encontraría en lugares totalmente distintos dependiendo del contexto histórico-social.
¿Entonces qué?
¿Cuál es la verdad moral, la verdad de los valores, ideologías, y/o “religión”? ¿Y cómo sabríamos ahí diferenciar lo que es real, y lo que son meras opiniones subjetivas? ¿O deberíamos mejor resignarnos, e intentar tolerar y convivir lo mejor posible entre la diversidad de contradicciones?
Suelo Firme
Antes de querer entrar a construir algo visible y complejo, es necesario revisar los cimientos, ver que la base esté bien posicionada para sostener todo desde abajo. Antes de indagar sobre qué específicamente podría ser verdaderamente bueno en diversos temas de la cultura y la vida humana, sería bueno decidir cuál será nuestra actitud frente a la naturaleza misma de la verdad.
Si quisiera señalar algo como lo primordial a transmitir en todo lo que estoy aquí escribiendo, quizá sería esto: La verdad existe. Podemos acercarnos y deleitarnos en ella. La belleza, lo bueno, lo justo, son algo real con lo que podemos conectar, no algo distante que sea un desperdicio buscar.
Cómo podríamos encontrar esa verdad, cómo examinar su calidad, la extensión de sus implicaciones, y cómo llevarla a aplicaciones prácticas, sería un proceso ya posterior. Un proceso para después que se perfeccionaría constantemente incluso, todos los días de nuestra vida; pero como un primer paso, confiar en que nuestros pies podrán encontrar ese suelo firme, es ya en sí mismo de inmenso valor. No podemos salir a la aventura de descubrir grandes tesoros, si ni siquiera creemos en la existencia o valor de esos tesoros.
Yo creo en la verdad.
El bien y el mal existen, no son sólo opiniones random, sino que sí importan. Sí importa esa injusticia que te hicieron, (aunque también importa la que tú cometiste). Esa inquietud dentro de ti por todo lo roto en este mundo, y ese anhelo por encontrar algo que restaure, o traiga vida, o paz; ese susurro en la intimidad, que se escucha sólo en esos raros momentos de silencio, o que te atormenta constantemente en un intento de hacerte voltear hacia arriba; ese llamado está ahí, y si respondemos, entre más lo seguimos, más encontramos algo que lo cambia todo.
Honrar la Verdad
Filosofía significa amor por la sabiduría. ¿Y qué es la sabiduría? Algunos la describen así: La sabiduría es la correcta aplicación del conocimiento sobre la verdad. No importa qué tanto sepas o veas, si tu caminar es como el de alguien en oscuridad, sigues siendo un necio. O quizá no sabías realmente tanto como creías. O quizás, lo que pusiste como base de todo ese conocimiento, tiene una falla letal.
¿Por qué estoy creando este blog? Porque quiero buscar honrar la verdad. Buscar, porque no será perfecto, pero quiero que sea honesto dentro de lo que se me ha dado. Honrar, para aspirar al caminar del sabio, y no sólo el del conocedor. Verdad, porque no existe nada más hermoso.
Lo verdadero, lo bello, lo bueno, lo justo, la familia, la amistad, el amor. Todo eso está profundamente relacionado entre sí, y gira alrededor de un mismo eje. Está hecho del combustible que nos motiva, que nos da significado, gozo y placer, paz y esperanza, y vida.
Nuestra vida entera es como una canción, una obra de arte, una ofrenda a un determinado altar. ¿Qué tipo de altar? Sólo pon atención a dónde es que tus ojos suelen descansar, dónde pasa el tiempo tu mente, y qué tipo de motivaciones son las que verdaderamente mueven tu corazón y tus manos. Y la pregunta importante es, ¿está bien cimentada la base de tu altar? ¿Tiene la solidez del hombre sabio, o colapsará toda la estructura en el día de la verdad?
Vayamos a lo Práctico
En el mundo, y en el internet, existe gran cantidad de discusiones en temas diversos y controversiales, sobre la cultura, la política, la sexualidad, filosofía, religión, arte, etc. Y dije discusiones, pero la realidad de las cosas muchas veces sería mejor descrita como salvajes peleas. La gente trata con desprecio las posturas e ideas de sus oponentes, y no escuchan las palabras que se dicen entre sí porque les es casi imposible buscar el paciente proceso de ponerse en los zapatos, o mente, del otro.
Muchas veces se atacan las “torres” de los altares ideológicos del contrincante, diciendo “¿cómo es posible que alguien sostenga y defienda semejante torre sin sentido?”, pero si voltearan a preguntar sobre las bases del altar de dicho contrincante, se darían cuenta quizá de por qué sostienen esas torres. O al menos tendría un poco más de sentido.
Eso no es excusa del mal comportamiento. Y tampoco es justificación para decir que entonces cualquier torre está “bien”. Si la base de las ideas está mal, por supuesto que las ideas que se construyan por encima también estarán mal, pero al menos ahora, entiendes un poco mejor a la otra persona. No le denigras como alguien severamente falto de capacidad de cómputo cerebral, y tampoco le caricaturizas como individuo “especialmente malvado” en comparación contigo.
En lugar de crear “hombres de paja” fáciles de derrotar con argumentos que sólo apelen a la gente que ya piense como nosotros, deberíamos de tener la mayor generosidad posible al momento de representar posiciones con las que estemos en desacuerdo. Para así ayudar a traer un poco más de sustancia real, de examinación sobre nuestras bases ideológicas, y de análisis sobrio y pensamiento crítico, sobre las conversaciones y debates de la sociedad.
La Invitación
Lo veo como un querer participar en algo que ya está sucediendo, y como tal, quiero incentivar hacia mantener puertas abiertas, hacia recordar a los demás que ellos también pueden participar; animándonos los unos a los otros para vivificar una sed por tener un encuentro con lo verdadero e importante.
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En esto mediten
Por ultimo quisiera compartir un verso de la biblia que creo expresa de forma muy bella, parte del objetivo también en este blog:
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten.”
Filipenses 4:8
Eso es verdadera filosofía. Eso es buscar honrar la verdad. Muchos han visto su belleza, y no pueden evitar proclamarlo desde las azoteas. Hoy nos invito a que busquemos, porque el que busca de todo corazón, encuentra.
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